La guerra que se avecina con el teletrabajo

De Interés - viernes, 26 de junio de 2020

Fte: Reuters

Cuando la epidemia de COVID-19 comenzó a alcanzar su pico en Asia, Piyush Gupta trató de levantar la moral de su equipo de trabajo en cuarentena. El consejero delegado del banco singaporés DBS espoleó a su equipo directivo con una versión paródica de “I will survive” (“Sobreviviré”), el célebre himno de Gloria Gaynor, en la que estos desafinaban entre alabanzas a la nueva situación de trabajo a distancia. “Nos hicimos fuertes”, aulló un director general empuñando una cuchara de madera, adaptando la letra de la canción para la ocasión. “¡Aprendimos a trabajar desde casa!” 

Para los cientos de millones de oficinistas forzados a participar en el mayor experimento de teletrabajo del mundo, cualquier entusiasmo que hayan podido tener se está desvaneciendo. Unas redes más rápidas y las velocidades de procesamiento suavizaron la experiencia en comparación con pruebas anteriores, pero hay cuestiones más importantes que las empresas y sus empleados deben tener en cuenta a la hora de planificar la era pospandémica. Más del 80% de los empleados prevén regresar a sus oficinas en los próximos 12 a 18 meses, según una encuesta de Xerox entre responsables de la toma de decisiones tecnológicas corporativas publicada en junio. Más de la mitad de las empresas sondeadas planean pasar a modelos híbridos de hogar y oficina y aumentarán el gasto en tecnologías de la información para ayudar a esta transición.

Hay un montón de flecos que cortar. Además de una larga lista de errores de software y agujeros de seguridad descubiertos por un incremento en el uso, la transición exigirá cambios en la forma de supervisar, gestionar, alentar y disciplinar a los trabajadores. El teletrabajo presenta un desafío singular para los ejecutivos, que están evaluando si el cambio impulsa la eficiencia o baja los ánimos, o ambas cosas. Se prepara el escenario para un nuevo choque entre los trabajadores y el capital.

Las empresas no tuvieron más remedio que mandar a trabajar a casa a los empleados cuando las tasas de contagio de COVID-19 se dispararon en la primera fase del brote. Sólo en China, alrededor de 200 millones de personas comenzaron a teletrabajar al final de las festividades del Año Nuevo Lunar en febrero, según una estimación de la consultora McKinsey. Cuando el brote estalló en América del Norte, Facebook, Google y otras empresas dijeron a su personal que podían teletrabajar durante el resto del año. La mayoría de los 4.000 empleados de Twitter pueden ahora hacerlo indefinidamente.

Otros jefes albergan dudas sobre el abandono de los lugares de trabajo. Uno de ellos es Bruce Flatt, el CEO de Brookfield Asset Management, el titán de las inversiones con sede en Toronto y matriz de uno de los mayores grupos inmobiliarios comerciales del mundo. “Es absurdo pensar que las empresas no volverán a las oficinas”, dijo en un evento de Reuters Breakingviews en junio. “Cualquiera que diga que no va a estar en la oficina está siendo ingenuo sobre cómo se construye la cultura empresarial”.

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